Anoche, Gasparín y La Chica tenían otra cita, y se fueron a la presentación de este libro, al Colegio de Arquitectos. Un edificiazo en la calle Hortaleza.
Hablaron un señor y una señora además del autor, y cantaron el marido del autor y una amiga de la familia de los Rominos, Laura, la que vive en Fuencarral pueblo y les deja tomar el sol en su terraza.
Patio del Colegio de Arquitectos...¡cómo se lo montan!
Había un gran ambiente humano vacío....
...hasta que llegaron Gasparín y La Chica, en su segunda cita oficial, y lo llenaron todo. Eran muy esperados.
Todos les daban tapas y vinitos. La Chica se puso hipercromatosa porque estaba ya un poco pimplada.
Momento que aprovechó Gasparín para ponerse las botas.
Bonita escalinata. Ya habrá costado. Y los Rominos rompiendo la hucha del cerdito para cambiar el aire acondicionado de su dulce hogar.
La verdad es que el colegio es chulo. Pero dicen que lo sería más si hubiese quedado vestigio del caserón que fue del siglo XVIII, con las Escuelas Pías.
La Chica se puso muy lanzada. Parecía una fresca.
Al final, tal para cual. Se lo bebieron todo. Y se fueron con mami porque lograron reducirla entre veinte arquitectos, una cantante, un batería y algún partícipe del evento, hartos de oírla graznar.
